Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2024, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.
John Hinckley Jr. tenía 25 años y era un fan absoluto de Jodie Foster. De hecho, estaba obsesionado con ella. No sabía cómo captar la atención de la actriz y se le ocurrió que debía hacer algo excepcional para que ella le conociera: iba a disparar al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan. Así, según su idea, ambos serían igual de conocidos y ella le vería como «un igual». El 30 de marzo de 1981, apenas 69 días después de que asumiera el cargo como el 40.º presidente de los Estados Unidos, Hinckley le esperó delante de la puerta del Washington Hilton Hotel en Washington D.C. y, a las 14.30h, le disparó seis balas con un revólver Röhm RG-14 del calibre 22.
Por fortuna para Reagan, solo una le dio, aunque le perforó un pulmón y, en el hospital, pudieron curar su herida. Dos de las frases más ocurrentes y humorísticas de Reagan son de esa tarde. A sus médicos les dijo: «espero que sean ustedes republicanos»; y a su mujer, Nancy: «cariño, no pude esquivar la bala». Casi un mes más tarde, el 25 de abril, Reagan regresó a la Oficina Oval. Su primera aparición pública tuvo lugar el 28 de abril, cuando pronunció un discurso ante el Congreso de los Estados Unidos. En este discurso, recibió dos aplausos atronadores.
Después del intento de magnicidio las encuestas eran claras: su valoración positiva había aumentado de un 60% a un 67%, según Gallup. No es un enorme cambio, pero es un cambio. La diferencia con la actualidad, después del intento de asesinato a Donald Trump, es que Reagan era presidente en ejercicio y Trump un candidato. Sin embargo, se puede producir el mismo efecto electoral.
Este efecto no significa que gente que iba a votar demócrata ahora vote republicano sino que, en primer lugar, votantes que dudaban de ir o no a votar por Trump puedan verse ahora más favorables a hacerlo. Se trata de la empatía por quien ha sufrido y por quien, además —y como Reagan— se rehace rápidamente y muestra fortaleza. Sea a través del humor, como en 1981, sea a través de un puño alzado en una imagen icónica, como en 2024. Ese va a ser el principal cambio.
Otro cambio, en segundo lugar, es que los actuales votantes duros del candidato republicano van a movilizarse aún más para hacer campaña a su favor en sus círculos personales. Las noticias falsas y las acusaciones sobre cómo Biden ha polarizado y atacado a Trump reforzarán sus valores y sus razones. El Congreso republicano de Milwaukee va a ser el primer momento en que podamos observar cómo va a ser esa retórica. Tal como han empezado algunos discursos y frases de personas cercanas a Trump, no parece que sean de concordia y unidad, sino de acusar a los demócratas del atentado. Habrá que ver qué dirá el propio candidato republicano a una audiencia que lo va a idolatrar aún más.
En tercer lugar, es importante no tanto cómo afecta el atentado a la campaña, sino cómo afectará la reacción tras el disparo a Trump, que mostró liderazgo y valentía, energía y fortaleza, y eso le diferencia claramente de Joe Biden. Todo comunica, especialmente en momentos de crisis. El actual presidente ha hecho todo lo posible para mostrar liderazgo, pidiendo unidad, apareciendo en televisión, mostrándose como un presidente. Pero nada hay más gráfico que la reacción en directo a una bala.
Reagan aumentó un 7% la valoración positiva. En unas elecciones tan reñidas como las actuales, ese porcentaje puede otorgar una presidencia.
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Ilustración realizada a través de IA