Este artículo forma parte de la serie de contenidos del espacio ELECCIONES USA 2024, donde irán escribiendo distintas firmas invitadas.
«He estado vendiendo mi alma, trabajando todo el día. Horas extra por un salario de mierda, para poder sentarme aquí y desperdiciar mi vida. Volver arrastrándome a casa y ahogar mis problemas […] Ojalá los políticos se preocuparan por los mineros, y no solo por los menores en alguna isla de dónde sea». Esta es la letra de Rich men of Richmond, de Oliver Anthony, que tiene más de 253 millones de reproducciones en Spotify, y más de 170 millones de visualizaciones en YouTube, solo en las cuentas oficiales.
Tanto esta como otras canciones country se están viralizando en esta campaña electoral de 2024 más que nunca. YouTube, TikTok y Spotify están sirviendo como amplificadores de unas narrativas culturales que llegan a generaciones más jóvenes. Sí, Taylor Swift, Beyoncé y centenares de otros grandes artistas apoyan a Kamala Harris, pero nadie está hablando de la viralidad de grupos country que están arrasando también en redes con sus letras de lucha y resistencia, que hablan sobre problemas, desengaños, de la pobreza, la desigualdad, de la pérdida de la esperanza en que nada cambie y de la pérdida de los valores estadounidenses por culpa de una élite que no los comprende. Es toda una declaración de intenciones. Es toda una fotografía de lo que sienten muchos votantes republicanos en Estados Unidos.
El 80% de los votantes republicanos son blancos, la gran mayoría (un 64% en 2020) sin estudios universitarios y de zonas rurales o alejadas de las grandes ciudades. Hay más hombres que mujeres. Hay más gente mayor que jóvenes. Muchos son pobres (cada vez más) y sienten que el sistema les ha abandonado. Ni demócratas ni republicanos han logrado devolver la sensación de que las cosas volverían a ser como antes, de que sus vidas serían mejor que las de sus padres. Tan solo Donald Trump lo ha hecho, dirigiéndose directamente a este segmento de población.
Se escuchan muchas críticas, constantes, hacia los votantes de Trump, muchas de ellas insultantes, al no entender cómo puede votarse a alguien como el expresidente estadounidense. Pero no, la mayoría de ellos y ellas no son racistas, ni radicales, ni analfabetos, ni quieren tomar el Congreso estadounidense. Son personas normales y corrientes que votan a Trump porque es el candidato que más se acerca a su manera de pensar y que más consideran que puede ayudarles en su día a día.
En mi opinión, sus grandes razones a la hora de votar son dos: el bolsillo y los valores. Ambas tienen que ver con sus emociones:
1. El bolsillo. El sueldo medio en EEUU se sitúa ya en 80.000 dólares anuales, y ha aumentado en los últimos años. Sería una buena noticia si no fuera porque no es del todo real para la gran mayoría de la población. En primer lugar, ese aumento de ingresos lo perciben personas blancas, pero no afroamericanos y latinos. En segundo lugar, el aumento se registra en clases altas, muy poco en clases medias y casi nada en clases bajas. Hoy las clases altas ganan 7,3 veces más que las clases bajas, cuando en 1970 la cifra era de 6,3 veces más, lo que denota el aumento de la desigualdad.
En tercer lugar, la clase media ha disminuido: en 1971, el 61% de los estadounidenses vivía en hogares de clase media. En 2023, esa proporción había caído al 51%. En cuarto lugar, hay estados donde los salarios promedio son más altos, como Massachusetts, Nueva York y California; pero otros donde están estancados, en cifras de 2024. Es el caso de Mississippi, Arkansas, Virginia Occidental, y la mayoría de estados del sur, blancos, rurales y pobres.
En este contexto, durante la gestión de Biden, la economía estadounidense ha mostrado datos incuestionables, como un aumento del 3,1% del PIB, o 15 millones de nuevos empleos, la inflación se ha normalizado y es la menor en años, Estados Unidos va como un tiro… pero nadie se lo cree, porque en su cotidianidad, en lo que Antoni Gutiérrez-Rubí denomina «el metro cuadrado», las cosas no cambian, la situación no mejora. Esos cambios positivos no se sienten en los bolsillos de la gente. En la actualidad un 65% de la población (incluyendo a demócratas y republicanos) siente que la economía iba mejor con Trump. A su vez, otras muchas personas, especialmente del Estados Unidos rural y blanco, tal como mostraban libros como El desmoronamiento, de George Packer, o Hillbilly Elegy, del ahora candidato a vicepresidente JD Vance, sienten pesimismo, empobrecimiento, abandono. Un declive en sus vidas y en su futuro. Todo va mal, pero Trump se dirige a ellos y ofrece soluciones como aumentar aranceles a importaciones extranjeras para que sus empresas no cierren, u obligar a que las empresas no se puedan deslocalizar a México u otros países y se queden en sus pueblos y ciudades.
2. Los valores. «Maldice a un policía, escúpele en la cara. Pisa la bandera y quémala. Sí, crees que eres duro, pero prueba de hacer eso en un pueblo pequeño, a ver lo lejos llegas […] Tengo un arma que me dio mi abuelo […] Por aquí nos ocupamos de los nuestro». Esta es la letra de Try this in a small town, otra canción que se ha hecho viral a lo largo de la campaña electoral. Es de Jason Aldean y tiene 77 millones de reproducciones en Spotify y 70 en Youtube. En el videoclip, imágenes de violencia en manifestaciones izquierdistas en grandes ciudades.
En la actualidad un 80% de los adultos estadounidenses cree que los estadounidenses están muy divididos en cuanto a los valores más importantes, una cifra récord en la historia, según los datos de Gallup, diez puntos más que en las mediciones de 2004 y 2012. Los votantes republicanos tienden a tener una percepción de los valores estadounidenses que se arraiga en el conservadurismo, la defensa de las libertades individuales, y el patriotismo. Para muchos de estos votantes, los valores tradicionales, como la libertad, la responsabilidad personal, la fe, y la familia, son los pilares de lo que consideran la esencia de Estados Unidos. Desde su perspectiva, estos valores están en peligro por culpa de los cambios sociales y políticos que perciben como desviaciones de lo que consideran los fundamentos del país.
Para muchos votantes republicanos, la defensa de los valores tradicionales estadounidenses también implica una clara oposición a lo que perciben como el avance de los valores woke que, según su visión, promueven un enfoque excesivo en temas como la equidad racial, la diversidad de género o la sexualidad, y que son priorizados mientras que sus hijos e hijas se empobrecen, se sienten ninguneados o caen en la droga. Volviendo a la canción inicial de Oliver Anthony: «Señor, tenemos gente en la calle. No tienen nada para comer. Y los obesos ordeñan la asistencia social […] Si mides un metro sesenta y cinco y pesas ciento cincuenta kilos, mis impuestos no deberían servir para pagar tus bolsas de bollería industrial».
Donald Trump es el candidato que aboga por regresar a los valores tradicionales, de volver a «hacer América grande otra vez», la frase que resuena con fuerza en cualquiera de sus mítines y que no se refiere solo a la economía En esos mítines, además, no gritan «Trump, Trump», sino «USA, USA», lo que es muestra indicativa de qué es lo que ven en el candidato republicano: el mayor defensor de los valores que creen perdidos en su país. O, al menos, de demostrar —a través del voto a Trump— que esos valores siguen siendo importantes para ellos.
El expresidente mantiene hoy en día un grandísimo nicho de votantes conservadores cansados, enfadados con el establishment y melancólicos de su pasado. Un pasado en el que si trabajaban duro, mejoraban sus vidas. Un pasado en el que —según su recuerdo— el sueño americano podía hacerse realidad. Todo va demasiado rápido para muchas personas y no lo entienden y no quieren que sea así. Trump es un modo de aferrarse a su concepción de la vida, a la nostalgia por su pasado y el de sus padres, por querer que sus hijos tengan como mínimo lo mismo que ellos tuvieron y que su legado y forma de vida no se pierda. Al votar a Trump luchan también por romper el mundo cambiante que les rodea.
No, la enorme mayoría de votantes republicanos no son imbéciles. Votan por quien consideran mejor, para su bolsillo y para sus valores. Votan por quien les hace sentir más importantes. Se trata de emociones, ayer y siempre.
(Más recursos e información en ELECCIONES USA 2024)
Publicado en: El Independiente (26.10.2024)