La toma de posesión de Barack Obama, el 20 de enero de 2009, se producirá justo al día siguiente de que se celebre el Día de Martin Luther King. Pocos días después de su asesinato, en 1968, el congresista John Conyers (demócrata por Michigan) fue el primero en presentar una propuesta de ley para llevar a cabo esta conmemoración. La iniciativa fue desestimada durante quince años al inicio del período de sesiones, generando intensos debates. Finalmente, una campaña con más de seis millones de firmas y las marchas por los derechos civiles de 1982, consiguieron la aprobación de la legislación por parte del Congreso en 1983, siendo presidente Ronald Reagan. Se determinó entonces celebrar el Día de Martin Luther King (MLK) el tercer lunes de enero, muy cerca de su aniversario (15 de enero) y suficientemente alejado de las fiestas de Año Nuevo.
Casi medio siglo después del histórico «Yo tengo un sueño…un día, cualquier negro de este país, cualquier hombre de color en el mundo entero será juzgado por su valor personal antes que por el color de su piel», el sueño se convierte en realidad. La Historia se alía con la casualidad y Obama se convierte en el 44 Presidente electo de los Estados Unidos al día siguiente de conmemorar el Día de MLK que, en 1963, conmovía a más de 250.000 personas, en la larga marcha sobre Washington y, un año después, recibía el premio Nobel de la Paz.
El mundo espera un nuevo amanecer. Pero, en Estados Unidos, la oscuridad es una realidad para seis de cada diez personas negras que ingresarán en prisión antes de cumplir los treinta años. El sueño de King todavía es una pesadilla para la mayoría de los afroamericanos atrapados por la miseria económica, la marginalidad urbana y el trastorno alimenticio que provoca obesidad extrema con los consiguientes problemas sanitarios. Cuando las aguas del Katrina disminuyeron, New Orleans dejó a la vista las enormes desigualdades sociales a las que el nuevo Presidente deberá atender.
Obama sigue la estela de MLK y alimenta su simbolismo. Su desafío de unir a «blancos, negros, latinos y asiáticos, de todos los credos y religiones», porque «el cambio está llegando», se ha verbalizado con voz firme, seductora y serena desde que se proclamó candidato oficial demócrata a la Casa Blanca, en un acto ante 75.000 personas en Denver. Ese día estuvieron presentes -también- dos hijos de MLK, coincidiendo con el 45 aniversario del famoso discurso de su padre en los escalones del monumento a Lincoln en Washington DC.
King defendía entonces la no violencia para lograr la justicia y la igualdad. Obama ahora deberá utilizar, seguramente, un nuevo concepto de fuerza para defender la paz y la seguridad. En la Carta abierta a Malia y Sasha (sus hijas), publicada el domingo en la revista «Parade», el futuro Presidente se compromete, como padre, a garantizar que EEUU sólo irá a la guerra «por una buena razón, haremos lo posible por resolver nuestras diferencias de manera pacífica y haremos todo lo posible por salvaguardar a nuestros hombres y mujeres en el servicio militar». Sus convicciones morales y políticas se van a poner a prueba.
Charlotte Higgins, en un reciente e interesante artículo para The Guardian, hablaba de Barack Obama como El nuevo Cicerón en referencia a la influencia de la oratoria romana en sus discursos. No es la primera vez que los textos de Obama son alabados y referenciados como piezas de una nueva retórica democrática, que apela a los sentimientos de fraternidad, a la unidad social y nacional y que sitúa el desafío ético y moral como la clave de la regeneración de otra política.
El martes, las palabras ocuparán todo el protagonismo en la toma de posesión. En forma de plegaria, de la mano del religioso Rick Warren, opositor al aborto y al matrimonio entre homosexuales, de quien Obama dijo que, si bien no está de acuerdo con sus opiniones en relación a estos temas, su presencia contribuiría a reflejar la diversidad de la opinión estadounidense. Y en forma de canciones y música, a cargo de artistas diversos como Aretha Franklin, Elvis Costello, Sting o Beyoncé Knowls, pareja de Jay-Z, quien rapeó durante la campaña una letra que situaba a Obama como el último eslabón en la lucha por los derechos civiles: «Rosa Parks se sentó en un autobús a fin de que Martin Luther King pudiera andar. Martin Luther King anduvo y anduvo para que, un día, Obama pudiera correr y, ahora, Obama correrá para que podamos volar».
Plegarias, canciones, promesas sobre la Biblia y, claro está, un nuevo discurso de Barack Obama, quien ha llegado al corazón de los norteamericanos proponiéndoles una esperanza. Obama ha sido el candidato de las palabras, y ahora deberá mostrar su capacidad como presidente en base a sus ideas y sus soluciones. Durante las elecciones primarias fue atacado por su entonces contrincante, Hillary Clinton, quien dijo de él: «Mi oponente pronuncia muchos discursos, algunos de ellos bonitos discursos, pero los discursos no dan de comer, ni llenan el depósito de gasolina, ni pagan las medicinas». Cierto pero, en su caso, le han llevado hasta aquí. Y ahora es tiempo de convertir la esperanza, en cambios. Y las palabras, en hechos.
Publicado en: El Periódico (19.01.2009) (versión pdf en castellano) (versió pdf en català)
Enlaces de interés:
Los retos de Obama según la blogosfera
Fuente: Radiocable.com (20.01.2009)
«El Secreto de Obama, descubra las claves de su oratoria y conozca al presidente de EEUU» (Mónica Pérez de las Heras)
Fuente: Editorial Bubok
Un poema para coronar a Obama
Fuente: ABC (17.01.2009)
El escritor de los sueños de Obama
Fuente: El País (19.01.2009)
Me publican hoy en El Periódico un artículo de opinión sobre el presidente de EEUU "Obama: el despertar del sueño" http://tinyurl.com/a55r2n