Publicado el: 03.07.2008
Rubalcaba es el político más desequilibrante en el uso de la metáfora deportiva. Nadie como él utiliza las expresiones deportivas con tanto acierto. Es el más hábil. Madridista hasta la médula, son ciertas y simpáticas sus apuestas y porras con el Presidente Zapatero, culé en La Moncloa. Pero Alfredo es insaciable. No contento con su sagacidad y locuacidad políticas, Rubalcaba se caracteriza por el uso del lenguaje deportivo como arma política con una gran dosis de oportunismo y eficacia rematadora. Los mejores goles, son los suyos.
Sea en la defensa más segura…, con frases referidas a Zapatero, o en el regate corto frente al eterno rival, Mariano Rajoy, Rubalcaba despliega sus metáforas futbolísticas que los ciudadanos entienden y visualizan a la primera. Conocida es su identificación de Rajoy (tras anunciar éste que estaba dispuesto a entrar en las negociaciones sobre el Estatut) sobre quien dijo que «hace de forofo en la grada, mete bulla, y finalmente decide saltar al campo a dar patadas». En 2005, se le oyó decir: «El término mentira es a Acebes lo que gol a Ronaldo o Ronaldinho».
Ahora, ha vuelto con el manejo de la pelota dialéctica, con un juego de contención al adversario, coincidiendo con la Eurocopa y el desafío de Ibarretxe. Rubalcaba ha dicho, en relación al plan soberanista del lendakari, que, como los futbolistas que se tiran en el área, Ibarretxe quiere engañar al árbitro. «Se ha metido un gol en su portería y se lo ha metido a los vascos». Utilizaba de nuevo las metáforas deportivas para referirse a la aprobación del proyecto de ley de consulta popular en el Parlamento vasco, por un voto: «Ibarretxe no ha metido un gol al Gobierno sino que se lo ha metido en propia puerta».
Según la definición de Aristóteles «La metáfora es la aplicación a una cosa de un nombre que es propio de otra». La utilización de la metáfora en el lenguaje político, en este caso utilizando el deporte como protagonista, hace que el mensaje se transmita de una manera rápida y efectiva. La metáfora tiene una gran capacidad connotativa y está cargada de emociones y sentimientos. Construye imágenes de manera inmediata en nuestro cerebro, ayudándonos a representar de una manera sencilla cuestiones que resultan más complejas. Es importante, de todos modos, no perder de vista su carácter instrumental y saber distinguir en un discurso lo metafórico de lo que no lo es.