Publicado en: El Periódico (16.04.08) (versión pdf en castellano) (versió pdf en català)
Tú vives siempre en tus actos.
(«La voz a ti debida», Pedro Salinas)
El impacto mediático y político del nombramiento de Carme Chacón, como nueva titular del Ministerio de Defensa, junto con otras ocho ministras más, marcará el inicio del nuevo Gobierno con más intensidad de la calculada. A la apuesta decidida de José Luis Rodríguez Zapatero por la normalización y la igualdad en la vida social y política española solo le queda un peldaño más: la presidencia. La expectativa será máxima.
Michelle Bachelet declaró en una entrevista en el 2002: «Yo me imagino a una mujer en cualquier parte, también en La Moneda, ¿por qué no?». Era, entonces, Ministra de Defensa y faltaban aún tres años para que fuera la candidata progresista de la Concertación por la Democracia. Ganó las elecciones en dos vueltas y hoy es la primera presidenta de Chile.
Michelle se presentaba en los mítines para la elección presidencial así: «Tengo todos los pecados capitales en Chile: soy mujer, socialista, separada y agnóstica». Chacón acumula todavía más pecados: es catalana, prefiere el amor a la guerra, lee y escribe poesía, está embarazada, y su juventud y simpatía desconciertan, sorprenden y desbordan a muchos circunspectos rígidos.
Hay mucho retorcido que se siente provocado por tanta insolencia democrática, por tanto poder legitimado. El impacto estético y circunstancial de la nueva Ministra remueve los cimientos de un concepto de autoridad machista que algunos creían que podían salvar en sus esencias, en los cuarteles y en la vida castrense. El alboroto es mayúsculo entre los machos de la derecha rancia y entre los misóginos que se creen de izquierdas. Algo así como que «hasta aquí podíamos llegar», en un caso; o «se le ha ido la mano» (a Zapatero), en el otro. Lo siento mucho cancerberos de la testosterona: «Sí, se puede («Yes, we can»). Y esto no ha hecho nada más que empezar.
Si su imagen ya sacude, vayan preparándose para sus decisiones. Hoy la Defensa moderna, para ser realmente efectiva, se mueve en el terreno de la inteligencia, de la movilidad, de la tecnología, de la cooperación internacional y de la modernización de estructuras, equipos y recursos humanos. No me sentiré más seguro porque esconda su sonrisa (o su barriga) o porque grite con más garra: «Viva España y Viva El Rey». Prefiero sus decisiones a sus bríos. Y sus neuronas a sus músculos. No debería preocuparse mucho por la compostura, no es necesario. No debe aparentar nada, tendrá más autoridad. La juzgarán por su presupuesto, no por su timbre.
Los militares españoles son gente seria y profesional que no se dejará arrastrar por el prejuicio y el estereotipo. Saben que su imagen pública y su reconocimiento social dependen de inversiones y responsabilidades internacionales y de su encaje en sistemas de defensa transnacionales. Tienen una ministra decidida a romper moldes, que no desaprovechará la oportunidad histórica de cerrar la boca a tanto bocazas que la cuestiona, de entrada, por lo que es y no por lo que va a hacer, por lo que dice o por lo que piensa. Y lo hará con resultados. Sacará pecho por los suyos. Mucho más que los que exhiben el pecho patrio con cualquier excusa.
La alianza profunda entre los uniformados y la ministra, que a veces viste informal (todavía recuerdo con cierta sorpresa una de sus primeras audiencias en el Ministerio de la Vivienda, cuando se presentó con vaqueros), puede dar mucho juego y muchos beneficios al Gobierno, a nuestros ejércitos, al ministerio y… a ella. Hay una estrategia ganadora para todos los actores. La inteligencia será más poderosa que el prejuicio, esperemos. Hay mucho que ganar y mucho que perder, también.
Bachelet asumió la presidencia comprometiéndose a un gobierno paritario y a trabajar por la equiparación de los derechos, promoviendo decididamente las medidas de acción afirmativa de la mujer a la hora de cubrir las plantillas de cargos públicos y de representación popular: «que una mujer sea presidenta no debe ser visto como una rareza, sino como un augurio».
Consciente de la dimensión histórica de su presidencia, Michelle Bachelet insistía en que los profundos cambios sociales que viene experimentando su país son el anticipo de un cambio de cultura política: «Estamos siendo testigos del fin de la mentalidad poco abierta, el fin de la cultura de la arrogancia. Nuestros jóvenes nos demuestran que la igualdad en dignidad y derechos no es un mero slogan».
La ministra de Defensa también puede contribuir, con su gestión y su presencia, al fin de la arrogancia. Al fin del patrimonio de la patria. Al fin de un modelo de autoridad militar (y política) concebido y representado casi en exclusiva por los hombres. Carme Chacón tiene una gran responsabilidad como mujer política, más allá de su gestión como ministra. Se la juzgará doble y no se le perdonarán los errores. Tanto nivel de exigencia farisea e interesada puede ayudarla, porque le obligará a ser más competitiva y más eficaz, todavía.
«Las mujeres y los niños, primero», decían aquellos soldados o valerosos hombres atrapados en batallas épicas o adversidades trágicas. Era el grito que anticipaba la derrota o la huida. Aquí va a ser justo lo contrario. Chacón no se retira, ni mucho menos. Ha venido a presentar batalla.
Documentos de interés:
Ecografías con escolta (Joana Bonet)
Fuente: La Vanguardia (10.09.2008)
La maternidad llega al poder (Judith Astelarra)
Fuente: El País (08.10.2008)