«Más vale encender una vela que maldecir la oscuridad».
Proverbio árabe
El simbolismo de la luz es una constante en todas las culturas religiosas y un elemento muy presente en sus liturgias. En el Evangelio de Juan, Jesús proclama: «Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas».
Y en Mateo, Jesús identifica la fe y su testimonio con la luz: «Vosotros sois la luz del mundo. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
En el Corán, por ejemplo, «Allah es la Luz de los cielos y de la tierra. Su Luz es comparable a una hornacina en la que hay un pabilo encendido. El pabilo está en un recipiente de vidrio, que es como si fuera una estrella fulgurante. Se enciende de un árbol bendito, un olivo, que no es del Oriente ni del Occidente, y cuyo aceite casi alumbra aún sin haber sido tocado por el fuego. ¡Luz sobre Luz! Allah dirige a Su Luz a quien Él quiere».
En las grandes religiones monoteístas, la luz es la presencia de Dios. También es la guía espiritual o su adevenimiento profético. El concepto de la luz ha tenido siempre un importante sentido espiritual, asociándose a la prosperidad, a la salvación, al éxito, a la liberación…(la luz al final del túnel). La luz se entiende como la vida misma, como el indicador del sendero correcto para una vida feliz, plena. Se asocia la luz con el mismo Sol, que lo llena e ilumina todo, o con el fuego en un sentido purificador.
Los cristianos creen que una estrella anunció el nacimiento de Jesús y guió a los que le adoraron y los musulmanes creen que cuando la madre del Profeta quedó embarazada de él, soñó que una luz salía de ella y alcanzaba Siria.
Mientras las velas son el elemento distintivo de las iglesias cristianas (se utilizan en la administración de los sacramentos, en Misa, en los funerales, en los bautismos, en la vigilia pascual….), la abundancia de candiles de aceite (en memoria de los fallecidos) es una constante de las mezquitas en el mundo musulmán, aunque en muchas de ellas el quinqué ha sido sustituido por la bombilla.
La luz es la referencia inmediata que tiene el musulmán para establecer los cinco momentos de adoración que debe a su creador: el alba, el mediodía, la tarde, el crepúsculo y la noche. Todos estos momentos de oración se relacionan con la luz y con la oscuridad. Tanta es la importancia simbólica de la luz en la mística islámica, que aparece de manera constante en los trabajos teológicos de los grandes estudiosos coránicos.
La contraposición luz-oscuridad (o tinieblas) se aplica a la idea del conocimiento, donde el primer concepto simboliza el saber y el segundo la ignorancia. O a la vida y la muerte, el cielo y la tierra…el bien frente al mal.
Los símbolos políticos de los partidos islamistas
La gestión simbólica de los partidos islámicos está fuertemente influenciada por la religión. Los musulmanes interpretan que deben ser la luz del mundo y enseñar a los otros cómo se debe vivir. El Islam es, pues, el camino hacia la Luz. Los partidos islámicos presentan su acción política como una «guía» (una luz que ilumina) el camino hacia la sociedad islámica.
El Partido de la Justicia y del Desarrollo de Marruecos (PJD) utiliza un quinqué de cristal transparente como símbolo político. «El Partido es como una lámpara, de cristal transparente y limpio, desde fuera se ve lo que hay dentro», dicen sus dirigentes, «reflejando la luz hacia las cinco direcciones» que se refieren a los cinco ángulos de la estrella de la bandera nacional.
En las pasadas elecciones del mes de septiembre, los segundos comicios celebrados bajo el reinado de Mohamed VI, los islamistas moderados del PJD vieron como el nacionalista Partido Istiqlal, fundado en 1944, les arrebataba la victoria. Por detrás de ellos, quedó el partido rural y bereber Movimiento Popular (43 escaños); el Reagrupamiento Nacional de los Independientes (38 escaños) y, tras ellos, la Unión Socialista de Fuerzas Populares (36 escaños).
El AKP, o AK Parti, es el partido del actual primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que utiliza una atractiva «bombilla» fulgurante (quizás reflejo del tono moderado y modernizador que quiere caracterizar al partido). Con un enérgico color naranja y con elegantes y estilizados trazos negros de diseño corporativo, el símbolo representa la fuerza política mayoritaria en Turquía del Islam moderado, con una fuerza gráfica más propia de una marca comercial.
El AK Parti ganó las pasadas elecciones legislativas anticipadas, celebradas en julio de 2007, convocadas por parlamentarios de partidos seculares y por el propio partido, tras no llegar a un acuerdo para designar a un candidato presidencial. Obtuvo aproximadamente el 50% de los votos ante su opositor, el Partido Republicano del Pueblo, que quedó en segundo lugar, con cerca del 20%.
La influencia y el éxito de estos dos partidos está marcando la estética política de los islamistas en todo el mundo, que conecta con nuevos lenguajes como el cómic, muy populares entre la juventud de los países musulmanes. Uno de los personajes de Los 99 (los superhéroes del Islam) se llama la Luz (Nur) y junto a Sura, la organizadora, o el musculoso Jabbar, el Poderoso (con las cualidades del rayo) protagoniza las historias que llegan a miles de adolescentes musulmanes de todo el mundo.
Una estética de fuertes contenidos religiosos y de una gran eficacia expresiva y comunicativa. La luz es la meta espiritual de la sociedad islámica, el candil (o la bombilla) que la contiene, la mantiene o la provoca, es el partido. Hay un relato eficaz, fuertemente enraizado en la sociedad y con una imagen simbólica clara y nítida. Su éxito está garantizado.
Enlaces de interés:
– Ver versión power point publicada en SlideShare
– Irlanda prohibe la bombilla incandescente para 2009