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Tengo un video para usted

Publicado en: Diario Siglo21 (01.08.2007) (versión pdf)

John Kerry, rival de George Bush en las elecciones de 2004, marcó un hito en la nueva comunicación política on line, al anunciar por correo electrónico el nombre de su número dos y candidato a vicepresidente, John Edwards. En efecto, Kerry hizo historia al lanzar su primicia por e-mail, antes que por cualquier otro medio de comunicación. El mensaje llegó a los centenares de miles de seguidores que en su momento constituyeron la base política de su rival en las primarias, Howard Dean, actualmente presidente del Partido Demócrata.

Sólo cuatro años después el e-mail parece anticuado para la comunicación política. Y se ha visto substituido por la videopolítica. La mayoría de los aspirantes demócratas y republicanos para las próximas primarias de principios de 2008 han anunciado sus candidaturas anticipadamente por YouTube. El senador John Edwards fue el primero y le han seguido, entre otros, Barack Obama y Hillary Clinton.

La videopolítica será el elemento nuevo y determinante en el próximo período electoral. Lo hemos podido ver en el éxito de audiencia y en el impacto público del programa-debate que la cadena CNN y YouTube (propiedad de Google) organizaron la semana pasada con los ocho aspirantes demócratas. A pesar de algunas críticas sobre el criterio de selección de las 39 preguntas entre los más de 2.000 videos recibidos, el formato ha supuesto una auténtica revolución. El turno para los republicanos será el próximo 17 de septiembre.

Cada uno de los videos representaban no sólo una pregunta o una temática (como la guerra de Irak, el matrimonio homosexual, el cambio climático o la desigualdad), sino un registro visual, estético y cultural bien diferenciado. Sin presentadores que se parecen a los entrevistados, sin periodistas que compiten en ocurrencias políticas con los candidatos, el nuevo formato ofreció una autenticidad y frescura que lo hizo muy atractivo. Los videos transmitían mucha más información que el contenido concreto de la cuestión a responder. La creatividad y calidad de cada gravación, así como la capacidad expresiva de sus autores y su habilidad técnica para combinar imágenes, localizaciones, voz en off, música, páginas de Internet junto a la fuerza del testimonio personal  (la peluca de Kim, superviviente de cáncer de mama fue el momento álgido) ofrecieron un contenido de calidad audiovisual y actualidad política que la CNN ha sabido explotar muy bien. En definitiva, 39 pequeños programas de televisión de 30 segundos …, en un único programa.

Lamentablemente, y a pesar de la incorporación del español en las campañas de los candidatos, ninguna de las 39 preguntas seleccionadas se hizo en español. Fallaron los organizadores y también los equipos de los candidatos que deberían haber sugerido tal posibilidad a los organizadores. Un mal precedente para conseguir el debate en español que propone el aspirante Bill Richardson y que significaría una auténtica revolución mediática para la comunidad hispana en los Estados Unidos de América. Pero el español es imparable en los nuevos medios digitales y en la campaña electoral. YouTube se ofrece ya español desde hace semanas y además puede personalizarse a gusto del usuario. Y la CNN en español sigue subiendo sus índices de audiencia, así como la mayoría de los canales de televisión latina por cable y por Internet.

La videopolítica no sólo será clave en los debates electorales, en los anuncios programáticos o en los discursos de los candidatos de la campaña electoral presidencial. También será decisiva en la movilización de los activistas, en la captación de fondos y en la decisión electoral, pero -sobre todo- está cambiando la percepción que tenemos de los candidatos y de la propia actividad política. Los candidatos van a estar sometidos a una auténtica competición, en dónde además de sus dotes para ejercer el mando de Comandante en Jefe, serán evaluados y considerados muchos otros aspectos de su personalidad: desde el sentido del humor (y del ridículo), su vida espiritual y religiosa, hasta la capacidad de liderar a muy diversas redes sociales -algunas con propuestas muy contradictorias- que les exigirán un mayor compromiso y vinculación.

Nuevos formatos audiovisuales, impulsados o tolerados por los equipos de campaña, están inundando la red. Los videos de ficción de la pareja Clinton imitando a Los Soprano, la competición video-erótica de las «chicas» Obama y Giuliani, o los videos de denuncia de creativos activistas, como el que hace meses irrumpió en la red asociando a Hillary al Gran Hermano, son el preludio de nuevos escenarios para la videopolítica. El éxito en su difusión viral, el número de descargas efectuadas y el volumen de enlaces en la red de cada nueva iniciativa así lo atestiguan.

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