El oxímoron es una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión, que genera un tercer concepto. Es un recurso muy sugerente dentro de las figuras literarias en retórica. Su ingenio creativo provoca escenarios abiertos por ambiguos. Pero, a la vez, su innovación radica —paradójicamente— en la seguridad previa y el conocimiento cierto de que el lector/a tiene de los conceptos contrapuestos. Cuanta más certeza, más sorpresa. Por ejemplo: un silencio ensordecedor.
¿Es la nueva normalidad (NN) un oxímoron? Creo que sí. Y lo pretende. Pero ¿lo consigue? Veamos si cumple cinco condiciones que, a mi juicio, debe tener un buen oxímoron en la comunicación política.
1. Visual. La NN no evoca, con claridad, imágenes que nos ayuden a pensar en dimensión metafórica. Lo nuevo y lo normal es demasiado subjetivo y personal como para que pueda tener un efecto completo en su capacidad comunicativa. Pero, a pesar de que no tiene imágenes claramente asociadas, sí que permite la imaginación de la experiencia personal.
2. Sorprendente. La palabra nueva es vieja por abuso y la palabra normalidad no es —en sí misma— portadora de conceptos creativos a pesar de la belleza de lo simple, de lo sencillo, de lo cotidiano. No tiene la rotundidad de tolerancia cero, por ejemplo; pero sí que consigue inquietar suficientemente para transportarte a un escenario inédito, aunque parcialmente conocido por experimentado (como este confinamiento, por ejemplo).
3. Marca. La NN tiene capacidad de convertirse en un concepto político, precisamente porque normaliza la paradoja y es un recurso que acierta sin ser preciso, ni coherente. La ambigüedad como valor, como aproximación elástica y acomodaticia. Puede instalarse con facilidad como lo han hecho otros: realidad virtual, caos controlado, comida basura o lavado en seco.
4. Emoción. Por el contrario, la NN no tiene la carga emocional que un buen oxímoron debe tener: calma tensa, soledad sonora, llenos de vacíos o luz oscura. Si despierta alguna emoción, puede ser perplejidad, interrogación o duda. Pero no predispone el ánimo, más bien al contrario.
5. Sabiduría. El oxímoron debe ser sabio. Te permite comprender lo ignoto o descubrir una verdad oculta en lo conocido. Por ejemplo: menos es más; o cuerdo loco. La sabiduría de la NN es difusa, pero quizá ahí esté su mérito como artilugio político.
El oxímoron es juego y arte literario. Es un recurso apasionante. Es poético porque, a pesar de que se describe y se construye con dos palabras reales, te abre el conocimiento y el espíritu con una predisposición nueva desde la aparente contradicción. El escritor Jorge Luis Borges aplicaba el recurso del oxímoron a casi todos sus cuentos: «el espantoso redentor», «el proveedor de iniquidades», «el asesino desinteresado», «el incivil maestro de ceremonias», «atroz redentor», «criminales venturosos». La utilización de esta figura retórica en Borges no es manierista ni ornamental, no es pose. No busca el destello fugaz, sino profundizar y adentrarse en la esencia de la naturaleza humana.
El oxímoron puede esconder también un discurso huero —sí, huero; y también hueco— que busca sólo el efectismo del lenguaje para ocultar un contenido vacío e insustancial. Es decir, es un recurso literario que en poesía puede ser muy exitoso, pero en política puede resultar superficial e, incluso, hipócrita.
El término NN fue acuñado por el filósofo y científico político austriaco Paul Sailer-Wlasits en el 2018, para referirse al populismo político y la Administración de Donald Trump como nueva normalidad global. Así, el concepto se introdujo en el discurso sociopolítico en el mundo de habla alemana. El término también lo profundizó luego el ensayista y filósofo alemán Hans Martin Esser en un ensayo de 2019. El filósofo afirma que una nueva normalidad nunca es la perpetuación de un estado de emergencia, ya que, según él, la normalidad es permanente. En las próximas semanas vamos a ver una competencia dura por acreditar qué político fue el primero en citar el concepto. En esta carrera por el mérito habrá que anotar, sin dudas, al canciller austriaco Sebastian Kurz, que el 14 de abril acuñó el término «neue normalität» y que rápidamente ha sido popularizado por otros dirigentes en todo el mundo.
Lo que sí sucederá, con toda seguridad, es que la NN es y será un meme perfecto para el combate de la comunicación política en redes, en los medios y en las instituciones. La NN irá acompañada de comillas figuradas, de imágenes chocantes o de contrastes entre lo que se piensa, se dice y se hace. Y eso —eso sí— será pura normalidad. Veremos cuántas novedades hay.
Publicado en: La Vanguardia (13.05.2020)
Enlaces de interés:
– Jorge Luis Borges, La metáfora (Estafeta). Borges, Jorge Luis, Arte poética. Editorial Crítica. Barcelona, 2001. Pags. 37-59. Traducción de Justo Navarro. (Segunda de seis conferencias sobre poesía pronunciadas en inglés en la Universidad de Harvard durante el curso 1967-1968)
– Diccionario amable de la pandemia (Álex Grijelmo. El País, 10.05.2020)
– “La nueva normalidad”, el gran fetiche léxico (Begoña Gómez Urzaiz. El País, 17.05.2020)
Muy interesante el artículo en lo referente a las condiciones que debe tener un buen oxímoron, parece incluso que le quieres quitar el curro a don Alex Grijelmo…… En cuanto a este oxímoron en concreto, el NN, si creo que nos lo van a meter hasta en la sopa y va a triunfar pero a mí personalmente me parece «facilón», «soso», «sin chispa»….
Para terminar te regalo un oxímoron de mi cosecha que me salió en uno de mis «poemas malditos»: «Un remanso de fluidez».
Gracias por tu comentario y tu aportación 🙂
Un abrazo
Me parece un artículo espléndido sobre el oxímoron, pero creo que solo una aproximación a la expresión «nueva normalidad», que actualmente creo se tiene que analizar examinando el uso generalizado que se hace de ella y atribuyéndole significados muy dispares. Creo que es una expresión vacía porque sirve para cualquier cosa pero por eso mismo paradójicamente llena de significados. Por otro lado, su origen parece ser que es anterior a 2018. La misma Wikipedia lo sitúa en 2008 y probablemente haya rastros anteriores, siempre en relación con crisis de envergadura.
Muchas gracias por tus palabras y tu contribución.
Un cordial saludo!